Domingo, 24 de Mayo de 2009
CHICOS ›
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Alejandro Mazzei y Mara Poczymoc cuentan cómo arribaron al espectáculo que presentan todos los domingos en NoAvestruz: Don Segundo Sombra, Martín Fierro y Juan Moreira fueron el punto de partida para que los chicos conozcan “otra clase de gaucho”.
Por Sebastián Ackerman
“Nos parece interesante cierta viveza criolla que hay tanto en Güiraldes como en Gutiérrez, muy llamativa.”
De la misma manera que hay músicos que se pueden identificar por el sonido, o escritores que se los puede adivinar por la prosa, en teatro para chicos (o para toda la familia, como ellos se definen)
Por eso retoman de la literatura gauchesca nombres, algunas situaciones y el lenguaje, como señales para comprender el recorrido, pero la historia es una creación propia. “La gente muchas veces nos preguntaba por qué no hacíamos algo nuestro. Y nos costó mucho definir qué es algo nuestro”, confiesa Mazzei, y ejemplifica: “Contamos una historia de amor, y nos parece interesante –es difícil de explicar– una cierta viveza criolla que hay, tanto en Güiraldes como Gutiérrez, que es muy llamativa. Nos parecía divertido ese juego de clásica comedia del arte”, apuesta, y Poczymoc afirma que “además rescatamos el lenguaje. Hablan en gauchesco, el viejo gauchesco que todos conocemos y que todos imaginamos. Las octetas de la obra son textuales del Martín Fierro”, resalta de la primera obra en la que no actúan (protagonizada por Fernando Attias, otro integrante de la primera hora), pero son los productores generales.
¿Por qué estos textos para trabajar “lo nuestro”? “Tiene que ver con que los últimos dos años estuvimos viajando mucho por
Ese transitar las rutas argentinas los puso en contacto con otra forma de acercarse al hecho teatral: Mazzei resalta que “es impresionante cómo se moviliza toda la familia al teatro. Es nos cambiamos para ir al teatro y vamos. Nosotros tenemos horarios raros, como las seis de la tarde, y viene toda la familia con el termo y se instalan. Es otro ritmo”, reflexiona, mientras Poczymoc se emociona al recordar que “en el Chaco había pibes que venían descalzos a ver El circo de los sueños, caminaban kilómetros para llegar. Y los chicos nos querían mostrar cómo cantaban, cómo bailaban”. Ambos rescatan el programa Artepibe de
Pero el teatro no es sólo un espectáculo, y menos pensando en el público al que apuntan desde El Globo. “Estamos convencidos de que es una cuestión de educación”, afirma Mazzei. “Primero, porque nos parece fundamental educar a través del arte. Y educar es complejo. Somos conscientes de que los pibes están sobreestimulados de otras cosas, pero en lugar de combatirlo tratamos de complementarnos. En una época éramos como más ideológicos, de la tele no sirve, el Playstation no sirve... empezamos a jugar al Playstation y nos dimos cuenta de que es lo más, así que hay que ser conscientes de que se acabó el teatro para pibes sin estar con el pibe”, bromea seriamente. Y Poczymoc está convencida de que “sirve para poder elegir. Está la tele, la computadora, y también está el teatro. Yo me acuerdo de las primeras veces que me llevaron de chiquita al teatro, y a mí me cambió eso. Te abre puertas que por otro lado no podés golpear”, apuesta.
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