La Aurora, en PAGINA 12

Domingo, 24 de Mayo de 2009

CHICOS › LA COMPAÑIA EL GLOBO Y LA AURORA (CHINITA LINDA SI LAS HAY)

La Pampa no es sólo el ombú”

Alejandro Mazzei y Mara Poczymoc cuentan cómo arribaron al espectáculo que presentan todos los domingos en NoAvestruz: Don Segundo Sombra, Martín Fierro y Juan Moreira fueron el punto de partida para que los chicos conozcan “otra clase de gaucho”.

Por Sebastián Ackerman

“Nos parece interesante cierta viveza criolla que hay tanto en Güiraldes como en Gutiérrez, muy llamativa.”

De la misma manera que hay músicos que se pueden identificar por el sonido, o escritores que se los puede adivinar por la prosa, en teatro para chicos (o para toda la familia, como ellos se definen) la Compañía El Globo tiene su sello: poner los clásicos de las tablas a disposición del público infantil. “Es un sello que nos gusta tener”, dicen a Página/12 Alejandro Mazzei y Mara Poczymoc, integrantes fundadores del grupo. Luego de recorrer textos como Cyrano de Bergerac o La comedia de las equivocaciones, esta vez presentan algo “nuestro”: La Aurora (chinita linda si las hay), un “homenaje” a los textos gauchescos. “Está basada en Juan Moreira, Don Segundo Sombra y Martín Fierro –explican–, pero no es una adaptación porque encontramos muchas diferencias y hay que reconocer que el gaucho es complicado... ¡Y ni hablemos del gaucho actual porque nos metemos en un quilombo bárbaro!”, bromean sobre la obra que se presenta los domingos a las 17 en NoAvestruz (Humboldt 1857).

Por eso retoman de la literatura gauchesca nombres, algunas situaciones y el lenguaje, como señales para comprender el recorrido, pero la historia es una creación propia. “La gente muchas veces nos preguntaba por qué no hacíamos algo nuestro. Y nos costó mucho definir qué es algo nuestro”, confiesa Mazzei, y ejemplifica: “Contamos una historia de amor, y nos parece interesante –es difícil de explicar– una cierta viveza criolla que hay, tanto en Güiraldes como Gutiérrez, que es muy llamativa. Nos parecía divertido ese juego de clásica comedia del arte”, apuesta, y Poczymoc afirma que “además rescatamos el lenguaje. Hablan en gauchesco, el viejo gauchesco que todos conocemos y que todos imaginamos. Las octetas de la obra son textuales del Martín Fierro”, resalta de la primera obra en la que no actúan (protagonizada por Fernando Attias, otro integrante de la primera hora), pero son los productores generales.

¿Por qué estos textos para trabajar “lo nuestro”? “Tiene que ver con que los últimos dos años estuvimos viajando mucho por la Argentina. Es cierto que en Capital el gaucho no es lo nuestro”, concede Mazzei, recordando que en este distrito tal vez Armando Discépolo sería un mejor exponente, pero “viajando nos encontramos con otra idiosincrasia y gente que hace cultura de otra manera. Y ahí nos surgió que sería interesante hacer algo de adentro, de la tierra, de la Pachamama”, imposta la voz. “Empezamos jugando y salió un espectáculo que a nivel imagen creo que es el más bello que tiene la compañía. Queremos sacarle al chico el concepto de que la Pampa es el ombú, y que un pantalón negro, un pañuelo al cuello y camisita blanca ya es un gaucho”, apuesta sobre una experiencia que los llevó “menos a Catamarca, por todas las provincias” del país, a distintos grupos de la Compañía.

Ese transitar las rutas argentinas los puso en contacto con otra forma de acercarse al hecho teatral: Mazzei resalta que “es impresionante cómo se moviliza toda la familia al teatro. Es nos cambiamos para ir al teatro y vamos. Nosotros tenemos horarios raros, como las seis de la tarde, y viene toda la familia con el termo y se instalan. Es otro ritmo”, reflexiona, mientras Poczymoc se emociona al recordar que “en el Chaco había pibes que venían descalzos a ver El circo de los sueños, caminaban kilómetros para llegar. Y los chicos nos querían mostrar cómo cantaban, cómo bailaban”. Ambos rescatan el programa Artepibe de la Secretaría de Cultura de la Nación, porque permite llevar el teatro a lugares donde en principio parece difícil que llegue. “Nosotros tuvimos la suerte de que nuestros viejos nos llevaran de chiquitos a ver teatro, pero hay otros que lamentablemente no la tienen. Porque las necesidades son otras, y con el programa el teatro llega donde no llegaba”, resaltan.

Pero el teatro no es sólo un espectáculo, y menos pensando en el público al que apuntan desde El Globo. “Estamos convencidos de que es una cuestión de educación”, afirma Mazzei. “Primero, porque nos parece fundamental educar a través del arte. Y educar es complejo. Somos conscientes de que los pibes están sobreestimulados de otras cosas, pero en lugar de combatirlo tratamos de complementarnos. En una época éramos como más ideológicos, de la tele no sirve, el Playstation no sirve... empezamos a jugar al Playstation y nos dimos cuenta de que es lo más, así que hay que ser conscientes de que se acabó el teatro para pibes sin estar con el pibe”, bromea seriamente. Y Poczymoc está convencida de que “sirve para poder elegir. Está la tele, la computadora, y también está el teatro. Yo me acuerdo de las primeras veces que me llevaron de chiquita al teatro, y a mí me cambió eso. Te abre puertas que por otro lado no podés golpear”, apuesta.

La Compañía fue invitada hace dos años a participar de las Ferias del Libro de Cuba y Venezuela, y de allí también sumaron experiencia para su trabajo, y algunas anécdotas, infaltables en este tipo de viajes. En Cuba se encontraron con “un modelo de vida totalmente diferente, y eso en los pibes repercute terriblemente”, analizan. “Nunca vi una Feria del Libro donde hacen cuatro cuadras de cola para comprar libros. Literal. Es sorprendente la atención que prestan los chicos, los debates que hacían. Les interesaban mucho las obras argentinas, obviamente por el Che, y por qué San Martín se fue a morir a Francia... Eso no lo vamos a olvidar en la vida. La predisposición que tenían era muy parecida a la que tienen los chicos en el interior”, comparan. Y en Venezuela “nos invitaron a una recepción de Alicia Castro en la embajada, con Raly Barrionuevo, Juan Falú, que cantamos, bailamos, hasta que Castro nos echó porque le ensuciamos los sillones. Nos recibió y dijo a toda la delegación argentina ‘Esta es la casa de ustedes’, y lo tomamos al pie de la letra...”, se ríen.

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